La fábula de Angel Buenahora

Tomamos acción cuando vemos una oportunidad con clientes externos. Ellos son la responsabilidad de todos y cada uno de nosotros.

"A Angel Buenahora sus amigos del barrio La Alborada le decían “Manitas de oro”. Desde niño se hizo famoso porque era capaz de reparar desde una lavadora hasta una ventana rota. Sus clientes agradecidos le daban propinas que él se gastaba comprando alicates, pinzas y destornilladores. Donde los otros veían platos rotos, Angel Buenajora veía una oportunidad. Al crecer compró un camión y escribió sobre la puerta: Caído del Cielo, Servicios y Reparaciones, y recorría la ciudad cambiando tejas, resanando paredes, cortando el césped, destapando desagues, remendando corazones o instalando muebles. Cómo buen ángel que se respete, Angel tenía otra virtud: se interesaba en sus clientes, gracias a ese genuino interés, sus hazañas corrían de boca en boca, y ante cualquier daño o accidente, la gente pensara en Angel Buenahora, Caído del Cielo, Servicios y Reparaciones. Por eso cuando le digan que en el barrio La Alborada vive en ángel, no lo dude, es nuestro amigo Angela Buenahora, el mejor ejemplo de que todos debemos tomar acción cuando vemos una oportunidad con nuestros clientes. Ellos son responsabilidad de cada uno de nosotros."